Financiamiento climático: la clave para un futuro sostenible

El cambio climático es uno de los problemas más acuciantes a los que se enfrenta el mundo hoy en día. El aumento de la temperatura global, el deshielo de los casquetes polares, los fenómenos meteorológicos extremos... los impactos se dejan sentir en todo el planeta y plantean importantes desafíos al crecimiento económico. Es necesario actuar con urgencia para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos.

Revertir la crisis climática requiere inversiones globales masivas. Se prevé que las necesidades financieras anuales para las medidas de mitigación y adaptación aumenten de forma constante hasta alcanzar una media estimada de USD 9 billones en 2030, llegando a dispararse hasta la asombrosa cifra de USD 10 billones anuales en 2050.* Los niveles actuales de financiamiento climático están varias veces por debajo de las cantidades necesarias. Los países en desarrollo, donde los efectos del cambio climático se sienten con mayor crudeza, encuentran especialmente difícil la financiación de las medidas necesarias.

El financiamiento climático ha sido un elemento central de las negociaciones mundiales sobre el cambio climático desde 1992. Los Acuerdos de Cancún sobre el Cambio Climático de 2010 instaron a los países desarrollados a «movilizar» de forma conjunta USD 100 000 millones antes de 2020 con el objetivo de hacer frente a las necesidades de los países en desarrollo. Aunque pueda parecer un objetivo loable, el primer balance mundial realizado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) de diciembre de 2023 demostró que tanto las contribuciones financieras como los esfuerzos de mitigación están lejos de cumplir los compromisos.

Cuanto más esperemos, mayores serán los costos, tanto para mitigar el aumento de la temperatura global como para hacer frente a sus impactos. Así que examinemos lo que realmente implica el financiamiento climático y exploremos soluciones de financiamiento que puedan ayudar a abordar la crisis climática.

* Fuente: Iniciativa de Política Climática

Índice

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¿Qué es el financiamiento climático?

La definición del financiamiento climático sigue siendo un tema de intenso debate. Según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), «el financiamiento climático es aquel financiamiento local, nacional o transnacional, proveniente de fuentes públicas, privadas y alternativas, que busca apoyar acciones de mitigación y adaptación al cambio climático».

Materializarlo en términos reales es algo más complejo. El financiamiento climático es solo uno de los muchos términos empleados para describir el movimiento de fondos en el contexto de los asuntos relacionados con el clima. Sin embargo, en general cabe distinguir entre las «finanzas sostenibles», que adoptan un amplio enfoque medioambiental, social, económico y de gobernanza, y el concepto más restringido de «finanzas verdes», que solo se ocupa de cuestiones ambientales. Aún más limitadas son las acciones dirigidas exclusivamente a la mitigación o adaptación al cambio climático, que denominamos financiamiento climático.

En todos los casos, sin embargo, el financiamiento climático total incluye todos los flujos financieros cuyo efecto esperado es reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero o mejorar la resiliencia a los impactos del cambio climático actual y previsto.

¿Qué son los flujos de financiamiento climático?

Los flujos de financiamiento climático abarcan la asignación y distribución de recursos financieros destinados específicamente a respaldar proyectos, programas y actividades relacionados con el cambio climático. Estos fondos se destinan a iniciativas que abordan tanto la mitigación (reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero) como la adaptación (aumento de la resiliencia a los impactos climáticos).

¿Cómo es el «flujo» de capital de un país a otro? Los diagramas de flujo arrojan algo de luz sobre el modo en que los países dan y reciben financiamiento climático, pero también sobre los tipos de financiamiento que ofrecen los distintos países donantes. Se revela, por ejemplo, la proporción de fondos asignada a los proyectos de adaptación frente a los de mitigación, y si la ayuda financiera procede principalmente en forma de subvenciones o préstamos.

¿Qué tipos de inversión se necesitan?

A grandes rasgos, existen tres categorías clave que reciben financiamiento climático, cada una de ellas respaldada por soluciones especializadas de financiamiento climático diseñadas para movilizar y canalizar fondos hacia la acción climática.

  • Las inversiones en mitigación se dirigen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero e incluyen la financiación de proyectos relacionados con fuentes de energía renovables.
  • Las inversiones en adaptación se centran en aumentar la resiliencia a los impactos del cambio climático, por ejemplo, apoyando mejoras en las infraestructuras que puedan resistir fenómenos meteorológicos extremos.
  • Las inversiones de doble beneficio sirven tanto a los objetivos de mitigación como de adaptación, como las iniciativas de agricultura sostenible que contribuyen al secuestro de carbono al tiempo que mejoran la seguridad alimentaria.

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¿Cuáles son los instrumentos del financiamiento climático?

El financiamiento climático abarca todo un abanico de instrumentos. Para satisfacer la creciente demanda de capital, han surgido soluciones innovadoras de financiamiento climático para financiar o refinanciar proyectos y activos que contribuyan a la acción por el clima. Algunos instrumentos financieros clave son:

  • Subvenciones y donaciones: las subvenciones proporcionan fondos no reembolsables para respaldar proyectos e iniciativas relacionados con el clima. Normalmente funcionan como un financiamiento basado en resultados en el cual el desembolso de fondos está vinculado a la obtención satisfactoria de resultados específicos (por ejemplo, infraestructuras).
  • Canjes de deuda: los canjes de deuda por el cambio climático son acuerdos financieros en los que los países deudores negocian la reestructuración de su deuda actual a cambio del compromiso de invertir los recursos liberados en proyectos de mitigación y adaptación al cambio climático dentro de sus propias fronteras. Este mecanismo es especialmente beneficioso para los países que lidian con una carga de deuda considerable.
  • Participación accionarial: la participación accionarial suele referirse a las participaciones o acciones en empresas o proyectos. Las participaciones accionariales en actividades relacionadas con el clima permiten a los inversionistas apoyar iniciativas alineadas con los objetivos climáticos al tiempo que potencialmente obtienen ganancias basadas en el éxito del proyecto.
  • Bonos verdes: un bono verde es un instrumento de renta fija diseñado para apoyar proyectos específicos relacionados con el clima o respetuosos con el medio ambiente.
  • Garantías: una garantía representa un compromiso por el que el garante (por ejemplo, una institución de financiación del desarrollo o un organismo de crédito a la exportación) se compromete a cumplir las obligaciones del deudor con el proveedor de la deuda. Específicamente en el contexto de las actividades de mitigación y adaptación al cambio climático, las garantías desempeñan un papel fundamental a la hora de desbloquear la financiación del sector privado mitigando los riesgos financieros percibidos asociados a las iniciativas climáticas.
  • Préstamos en condiciones favorables: se diferencian de los préstamos tradicionales porque ofrecen condiciones favorables: plazos de amortización más largos o tipos de interés inferiores a los del mercado. Son concedidos por las principales instituciones financieras, como los bancos de desarrollo y los fondos multilaterales, a los países en desarrollo para proyectos de gran impacto destinados a luchar contra el cambio climático y construir un futuro más sostenible.

La elección del instrumento y la forma en que se aplica pueden influir significativamente en que el financiamiento logre sus objetivos de mitigación y adaptación con eficacia. Por este motivo, establecer la combinación adecuada de soluciones de financiamiento climático para el país, el sector y el proyecto es fundamental para maximizar el impacto del financiamiento climático.

Medir la eficacia del financiamiento climático

Medir con precisión la eficacia de las iniciativas de financiamiento climático a la hora de canalizar fondos hacia proyectos con impacto continúa siendo una tarea compleja. En esencia, se trata de hacer un seguimiento de los flujos financieros destinados expresamente a abordar los esfuerzos de mitigación, adaptación y resiliencia al cambio climático. Se incluyen fondos procedentes de diversas fuentes públicas y privadas, como presupuestos gubernamentales, ayuda internacional, inversiones privadas e instrumentos financieros innovadores como los bonos verdes y los mercados de carbono.

Persisten los desafíos a la hora de captar y categorizar con precisión los flujos de financiamiento climático. Por ejemplo, distinguir entre el financiamiento específico para el clima y la ayuda general al desarrollo puede suponer un desafío, ya que muchos proyectos de desarrollo contribuyen tanto a la adaptación climática como a la mitigación. Además, el seguimiento de las inversiones del sector privado en proyectos respetuosos con el clima puede resultar complicado debido a la falta de prácticas normalizadas de elaboración de informes.

Sin embargo, la medición del desempeño del financiamiento climático va más allá del mero seguimiento de los flujos financieros. Los financiadores del clima quieren que se les garantice con datos sólidos que su implicación no será percibida como un «ecoblanqueamiento». Por ejemplo, los bonos verdes suelen emitirse con el fin de recaudar fondos para inversiones respetuosas con el clima; sin embargo, el vínculo entre las auténticas medidas respetuosas con el clima y sus repercusiones a veces puede ser tenue, por falta de transparencia y de adhesión a las normas.

Salvaguardias para el financiamiento climático

Unos marcos de medición sólidos son esenciales para seguir los progresos, garantizar la responsabilidad y orientar las futuras inversiones. Para hacer frente a estos desafíos, existen esfuerzos en marcha para mejorar la transparencia, la coherencia y la comparabilidad de los informes sobre el financiamiento climático. Por eso, las principales instituciones financieras, incluido el Banco Mundial, adoptan actualmente nuevas tecnologías como la cadena de bloques para crear soluciones de financiamiento climático más transparentes, verificables y escalables.

Las normas internacionales también desempeñan un papel importante a la hora de atraer y gestionar el financiamiento climático. No solo garantizan la transparencia, confiabilidad y responsabilidad de los flujos financieros, sino que ayudan a medir, notificar y verificar el impacto ambiental de las inversiones relacionadas con el cambio climático.

  • ISO 14097 Greenhouse gas management and related activities
  • ISO 14100 Guidance on environmental criteria to support green finance
  • ISO 14001 Sistemas de gestión ambiental
  • ISO 32210 Sustainable finance

Disponer de una supervisión completa de los impactos ambientales de un proyecto es clave para determinar si reúne los requisitos para recibir financiamiento climático. La integridad de la información es un principio básico de ISO 14100, una norma que ayuda a las organizaciones de ambos lados de la transacción financiera a determinar los riesgos y oportunidades ambientales asociados a proyectos, activos y actividades que puedan ser beneficiosos. Al adherirse a las normas mundiales, los inversores pueden asegurarse de que sus fondos se destinan a proyectos que contribuyen realmente a mitigar el cambio climático o a adaptarse a él.

En qué punto estamos…

Las soluciones de financiamiento climático seguirán siendo un tema transversal en un futuro no muy lejano. Si bien los debates suelen centrarse en el apoyo financiero de las naciones ricas a los países en desarrollo, la transición hacia finanzas sostenibles presenta obstáculos significativos para todo el mundo. El principal desafío consiste en canalizar eficazmente los fondos hacia donde deben ir.

En la COP28 prosiguieron los debates sobre el establecimiento de un «nuevo objetivo colectivo cuantificado sobre el financiamiento climático» en 2024, tomando en cuenta las necesidades y prioridades de los países en desarrollo. El nuevo objetivo, que parte de una base de USD 100 000 millones anuales, será un elemento básico para el diseño y la posterior implementación de los planes climáticos nacionales que deberán estar listos antes de 2025.

Según la CMNUCC, los próximos dos años serán cruciales. En la COP29, los gobiernos deben establecer un nuevo objetivo de financiamiento climático que refleje la escala y la urgencia del desafío climático. Es más, en la COP30, deben acudir preparados con nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional que abarquen toda la economía, cubran todos los gases de efecto invernadero y se ajusten plenamente al límite de temperatura de 1,5 °C.